domingo, 26 de julio de 2009

Hacer lo incorrecto a toda costa.

Hay ciertas temporadas en nuestra vida en que queremos equivocarnos. Son temporadas que pueden durar dias o incluso semanas, en que nos obstinamos por cometer errores. Es como si una fuerza maligna se apoderara de nuestro razonamiento y aunque nuestra intuición nos dicte lo contrario nos aferramos a hacer lo que está mal.

Estoy seguro que todos hemos pasado por al menos una de estas temporadas.

Incluso existen personas que hacen del error un estilo de vida pero bueno... a eso le podemos llamar de otra forma.

Estas temporadas que por ponerles un nombre las llamaré "breakdown seasons", llegan en momentos inesperados. Son esos típicos momentos en que uno decide casarse con la persona equivocada y... se aferra a esa decisión, o cuando uno decide que debe trabajar en algun lado a cualquier costa, o irse a vivir a un lugar distinto, o mandar a volar a todas las personas que se preocupan por ti...

Uno sabe, en lo profundo del corazón que esa decisión está mal. Las personas a nuestro alrededor se encargan de repetirnos, de suplicarnos, se agotan, queriendo hacernos entender que está mal... y aun asi seguimos adelante. Es como si nos dieran una pastilla para la estupidez con efecto prolongado. Lo peor de estas "breakdown seasons" es que uno es consciente de todo. De pronto, nos encontramos a nosotros mismos diciendonos ¿Qué carajos estoy haciendo?, pero el momento de lucidez dura muy poco y seguimos empeñados en hacer lo incorrecto.

Los peores errores de la existencia se han cometido en una "breakdown season", si como afirman algunos sociológos y psicológos existencialistas, las personas siempre eligen la mejor opción de acuerdo a su momento, estas temporadas son la excepción de la regla.

Quiero imaginarme que en una de estas fatídicas temporadas, Hitler decidió que quería conquistar el mundo, a Eisntein se le ocurrió hablar de la bomba atómica al gobierno de Estados Unidos, Kurt Cobain decidió que la vida apestaba y no valía la pena vivirla, Lady Diana eligió tener un affair con su chofer y Michael Jackson decidió que su cara no era su cara en realidad.

Para quienes apoyan el determinismo, tomar este tipo de decisiones, es algo que "tenía" que suceder para que la vida siguiera su curso, es decir, era algo predestinado de acuerdo a las leyes y normas de la naturaleza y de la vida misma. Para los fanáticos del azar, son sólo accidentes o "lapsus brutus" de las personas que suceden sin una razón en especial, pero que sin embargo, desencadenan una suerte de sucesos que a la larga tienen sentido.

Lo cierto es que nuestras "breakdown seasons" tienen consecuencias en la vida. Aunque conforme pasa el tiempo todo vuelve a su lugar y nos queda la enseñanza, sin duda, sin ninguna duda, siempre perdimos algo valioso al tomar esa decisión fallida.

Cuando las religiones y las filosofías mas antiguas nos refieren a nuestro libre albedrío, creo que se refieren a esta posibilidad de dirigir nuestra vida hacia donde deseamos, mas alla del determinismo cientifico o de la magia azarosa de las coincidencias. Cuando yo decido y esa elección me lleva a situaciones agradables o desagradables, estoy haciendo uso de ese dominio que tengo sobre las circunstancias de mi vida y en ese momento, soy maestro, soy sabio y soy poderoso.

Poder distinguir cuando la ola me lleva al vacío porque estoy dentro de una de estas temporadas de quiebre, y hacer caso a mi inteligencia interior que me dice "no lo hagas", es la verdadera sabiduría de la cual quiero poder presumir y hacer uso.

Para quienes tengan la duda, no, no estoy en una "breakdown season". Lo que escribo, lo hago, porque al parecer, varias de las personas que amo, se encuentran inmersas en una de estas espirales descendentes. Como observador y desesperado argumentador, quisiera que si leyeran este texto, pudiera haber luz en su camino.

Si no es así... de todos los errores se aprende y a veces es necesario equivocarse en grande, para no volver a cometer las mismas fallas; es un consuelo torpe y conformista, pero es lo único que queda para aquellos que invariablemente han decidido, contra toda circunstancia y pronóstico, hacer lo incorrecto.

Asi es.

domingo, 19 de julio de 2009

Las chichis de la hormiga.

El día de hoy les propongo hacer un experimento, para lo cual, necesitaremos el siguiente material:

- Un microscopio o una lupa de gran potencia.

- Un pedazo de tela blanca.

- Una libreta para hacer anotaciones.

-Una gota de formol y un cotonete.

- Una hormiga negra hembra.

Muy bien, lo primero que tenemos que hacer es salir al jardín, patio, calle, parque o cualquier lugar cercano en donde pueda haber un hormmiguero.

Ya estando en el lugar, busquen una hormiga negra hembra, podría ser una hormiga roja también, pero se corre el riesgo de que nos piquen, asi que la sugerencia es que sea negra.

Si no sabe como diferenciar a las hormigas hembra de las hormigas macho, es muy fácil, tan solo pongales el dedo enfrente de donde van caminando. Los machos intentarán levantar el dedo o se subirán a el para ver si le pueden cruzar por arriba de usted. Las hembras simplemente le darán la vuelta al dedo. (A las mujeres que lean esto, no se emocionen, por alguna razón en la raza humana, sucede exactamente al revés).

Muy bien, ya que tengamos a nuestra hormiga hembra, la dormimos cuidadosamente con el cotonete humedecido con la gota de formol.

Ahora ponemos nuestra hormiga sobre la tela blanca y con el microscopio o la lupa la ponemos panza arriba.

Ahora con sumo cuidado, (es la parte mas difícil) le contamos las chichis a la hormiga, si las chichis, las tetas, los pechos... mmm... no se de que otra forma llamarles.

Algunos aseguran que las hormigas no tienen chichis, otros dicen que si tienen pero estan ocultas y solo salen cuando amamantan a sus crías hormigas...

Ok, no, no estoy loco.

Al inicio de esta semana pasada, me encontraba en una situación similar en lo absurdo.

Todos o, al menos la gran parte de las personas sabemos que las hormigas no tienen chichis y si las tuvieran, a menos de que poseyeramos un espiritu de investigador muy fuerte y obstinado, no nos desgastariamos en empresa tan dificil y agobiante como encontrale las chichis a una hormiga.

¿Porqué entonces, a veces nos aferramos a encontrar cosas que de entrada ya suenan ilógicas o vistas friamente se antojan absurdas?

Si, los humanos somos muy aficionados a encontrarle chichis a las hormigas. Buscamos razones para justificar lo injustificable, defender lo indefendible y luchar por lo inluchable.

Elaboramos argumentos estupendos para explicar los motivos de nuestra terquedad o nos disculpamos porque no sabemos hacer lo contrario.

¿Recuerdas la última vez que no dormiste pensando en algo para lo que simplemente no encontrabas solución o respuesta?

¿Recuerdas la última vez que te sentiste frustrado por algo o alguien?

¿Recuerdas la última vez que estabas triste porque esperabas que las cosas fueran distintas?

Las hormigas no tienen chichis, son hormigas, insectos y ponen huevos.

Como decia la chimoltrufia, hay cosas que ni que.

Los niños se comportan como niños, los hombres como hombres, las mujeres como mujeres, el sol sale todas las mañanas y por la noche se oscurece.

Solamente los humanos le buscamos mangas al chaleco, vemos gatos con tres patas y le buscamos un uso al agujero de las donas.

Si, nuestra creatividad es divina.

Pero hay ocasiones, en que no necesitamos esforzarnos tanto, sino simplemente ver la realidad y aceptar las cosas como son.

Solamente viendo la realidad, tal cual es, podemos reaccionar con inteligencia para resolver nuestros problemas.

La próxima ocasión en que te encuentres empantanado en alguna situación o aferrándote a que las cosas sean de una forma que no son, recuerda las chichis de las hormigas.

La sola imagen mental de una hormiga con chichis puede darte una perspectiva totalmente nueva.

Asi es.

domingo, 12 de julio de 2009

La rendición...

Siempre hay un momento en la vida de todas las personas, en que sabemos que hemos llegado a un punto en el que nada mas de lo que podemos hacer, hará que la situación cambie para bien o para mal.

Son momentos, en que despues de haber hecho nuestro mejor esfuerzo, nos damos cuenta que hemos llegado al limite de nuestras posibilidades. Lo sienten los corredores de velocidad despues de un sprint inicial, lo sienten los trabajadores despues de horas de concentración en un proyecto específico, lo sienten los enfermos despues de hacer todo lo que el médico les indicó...

Lo que sigue después de ese momento crucial, es una especie de abandono.

Eso es lo que muchos le llaman la Rendición.

Pero rendirse de esa forma, no significa, dejarse perder o renunciar al triunfo. La rendición en este caso, significa, saber que ya hemos hecho nuestro mejor esfuerzo y que el resultado ya no depende de nosotros, a partir de ese momento.

¿De quien depende entonces el resultado?

Algunas personas, creen que el resultado es algo lógico e innevitable de acuerdo al esfuerzo realizado. Estas personas son como matemáticos. Sin embargo, olvidan que siempre del plato a la boca, se puede caer la sopa.

Otras personas, creen que es una cuestión de azar o suerte. Sin embargo, si todo fuera una cuestión de suerte o azar... el esfuerzo no tendria sentido.

Para otras personas como yo, creemos que el resultado en el momento de la rendición depende de un poder superior a nosotros mismos. Algunos le llaman Dios.

Creer que el resultado depende de Dios, no es una excusa para echarle la culpa de los malos resultados en nuestra vida. Tampoco lo es, para rendirnos antes de tiempo, ni para no esforzarnos en lo absoluto. Saber que el resultado depende de Él, es un motivo para confiar.

La ley del crecimiento o tambien conocida como la ley de la semilla, nos dice que hay cosas que nos corresponde hacer y cosas que debemos DEJAR HACER.

Cuando plantamos una semilla, escogemos la tierra, la semilla, seguimos el método indicado y después de unos días de cuidado y protección la semilla germina en una planta.

Lo que pasa dentro de la semilla no depende de nosotros. Pero tampoco nos obsesionamos por saber que es lo que pasa dentro.

Imaginense que estuvieramos sacando la semilla diario para ver si esta germinando o no. O peor aún que sacaramos la semilla y la partieramos para poder observar por dentro el proceso que esta ocurriendo. Es muy probable que de esa forma no germinaría nunca.

Lo mismo pasa con los asuntos humanos. Cuando nos rendimos, dejamos en ese poder o inteligencia superior la confianza en que lo que hicimos, nuestros esfuerzo, dará frutos.

En algunas cuestiones, el resultado es inmediato. en otras tarda un poco mas, pero siempre hay un resultado.

Si el resultado es adverso o no es lo que esperamos, no hay otro culpable mas que nosotros mismos. Debemos revisar el proceso para ver en donde estuvo la falla, ¿Escogimos mal la semilla? ¿Estaba podrida? ¿No pusimos el agua suficiente? ¿Pusimos demasiada agua?

Si revisamos bien los asuntos humanos, tienen tanta lógica como cualquier proceso físico o mecánico.

La rendición es tan necesaria como el esfuerzo. El uno sin la otra no tienen sentido ni dan resultado alguno.

Cuando metemos el pastel al horno, nos rendimos al proceso del horno. Si nos empeñamos en revisar el interior del horno, echamos a perder el pastel.

Cuando metemos la ropa a la lavadora, nos rendimos al proceso de la lavadora. Si estamos sacando la ropa cada 5 minutos, la ropa no se lavará adecuadamente.

Cuando llega el momento de dejar los asuntos en las manos de Dios, debemos rendirnos al poder de Dios. Cualquier duda, preocupación, desesperación o intromisión de nuestra parte, interferirá en el resultado.

Los problemas se vuelven mas grandes, entre mas esfuerzo extra hacemos por solucionarlos.

Después del esfuerzo y del trabajo bien realizado, viene la rendición.

El atleta llega a la meta, la semilla germina, la enfermedad cede y todo problema se disuelve.

Con esta confianza, con esta fé, debemos dejar en el ámbito de Dios, lo que le corresponde. El crecimiento es natural, todo tiende hacia el. El universo mismo se encuentra en una eterna expansión.

Si piensas que has llegado al limite de tu esfuerzo, de tu preocupación, de tu sufrimiento, de tu espera... ha llegado el momento de rendirse.

Hazlo con gratitud, hazlo con fe y hazlo con esperanza.

Simplemente ríndete... al poder de Dios.
Asi es.

domingo, 5 de julio de 2009

Respira...

Hace ya varios dias que me encuentro dandole vueltas a la idea sobre nuestro sentido en la vida. Acostumbrado a filosofar, quizá nunca, con tanta profundidad, me habia empeñado tanto por dar sentido a la razón por la cual estamos aqui.

En mi primer libro "Los 12 principios de la divinidad" (disponible en amazon), intento de forma sencilla y practica, responder a las grandes preguntas de la vida.

Pero ver a los animales me inquieta.

Porque habriamos de ser superiores, nosotros, tan animales tambien finalmente, a una amiba, a un ratón, a un gato o a una ballena...?

Pareciera que la única diferencia es que nosotros podemos pensar y mas allá de eso, podemos pensarnos. Es decir, somos concientes de nosotros mismos.

Hay ocasiones, en que me situo detrás de mis ojos y al observar el mundo me hago conciente de que soy quien está pensando que está pensando.

Al parecer, un animal cualquiera o una planta, no tiene conciencia de su propia existencia. Pero nosotros, los seres humanos, sabemos que somos, sabemos que existimos y por lo tanto, somos concientes de nosotros mismos.

En términos prácticos, ¿De que nos serviría ser concientes de nosotros mismos?

Por principio, esta conciencia nos conflictua sobremanera. Al ser concientes de nuestra propia existencia, no disfrutamos de la vida tal cual es, sino que tratamos de explicarla con miles de razonamientos. Después de tratar de explicarla, nos interpretamos nuestra realidad haciendo juicios sobre la misma realidad y la etiquetamos, volviendola buena, mala, regular, feliz, triste, etc...

Al etiquetar nuestra realidad, comenzamos a trabajar por mejorarla, por mantenerla o whatever... Somos los únicos seres sobre este planeta que no aceptamos nuestra realidad tal cual es y queremos mejorarla o cambiarla para que sea como nosotros queremos.

¿A donde nos lleva el querer cambiar nuestra realidad?

A una lucha sin fin contra el universo.

En este punto, es cuando me pregunto sobre que tan genuino es tener aspiraciones, ambiciones, deseos... o simplemente deberiamos aceptar la vida tal cual es y como viene.

Es decir, no hay plantas o animales ricos, pobres, felices, tristes o prosperos... la vida en el planeta simplemente ES. Querer cambiar la vida es tanto como querer enfriar el sol, porque está muy caliente. Aceptamos que el sol es asi, que los animales son asi, que las plantas son asi. En el intento por cambiar su realidad, el ser humano se ha metido con la naturaleza haciendo incluso manipulaciones genéticas. Me parece una locura.

Si todo es obra de Dios y las cosas ya son o eran perfectas, para que intentar cambiar o modelar la realidad.

Sé que algunos pensarán que ya me deschaveté o que simplemente ando borracho o aun dormido.

Sin embargo, para mi, cada vez está mas clara la idea budista de simplemente vivir en el camino, seguir el camino.

Cuando un budista se dedica a observar su respiración y disfrutar de su existencia, es porque se ha despojado de toda idea de juicio o de valor sobre la realidad. El momento presente simplemente ES. La realidad ES.

Nuestros conflictos y problemas solo están en nuestra interpretación de la realidad.

Si aceptamos que la vida es perfecta, que el universo es perfecto y que nosotros solo somos una molécula en el cuerpo vasto e infinito de la vida, nos daremos cuenta de cuan inútil es sentirse acongojado o atribulado por la realidad.

Finalmente, en el universo somos un punto, nuestro tiempo no es nada, nuestra vida dura un segundo y todo lo que hagamos en este momento y durante lo que nos toque ser concientes de nosotros mismos, no será más que lo es: Un choque de estrellas, el nacimiento de una flor o la aparición de un agujero negro.

Somos sólo un acontecimiento mas de millones que suceden simultáneamente en el universo, en sus distintas dimensiones, en sus distintos espacios, en sus distintos tiempos.

Respira... eso es lo único que te mantiene en el ahora.

Todo lo demás... llega y se va de igual manera.

Asi es.