domingo, 30 de agosto de 2009

Lo suficiente.

Vivimos en una cultura que premia y busca el exceso.

¿Cuándo sabemos que tenemos suficiente?

¿Cuánto es suficiente?

Estamos acostumbrados a pensar que nada es suficiente. Desde pequeños, se nos enseña a pedir mas, comer mas, comprar mas, llorar mas... ¿Cuántas veces el niño no quiere comer más y la mamá le dice: andale, otra cucharadita? ¿Cuánto es suficiente?

En una cultura tercermundista, donde el dinero nunca alcanza, donde la belleza es un ideal inalcanzable, donde ser malquerido es una situación normal, nada es suficiente.

Piensa:

¿Cuánto amor es suficiente para sentirte bien?

¿Cuánto dinero es suficiente para que estés tranquilo y feliz?

¿Cuánto tiempo es suficiente para descansar en unas vacaciones?

¿Cuantas televisiones son suficientes para tener en casa?

Si reflexionas, te darás cuenta que es difícil contestar a estas preguntas. Es más, para algunos, decir que se tiene lo suficiente es sinónimo de pobreza.

Como te suena esto: "Vivo con lo suficiente. Gano lo suficiente para vivir".

Estoy seguro que mas de una persona se siente incómoda al decir frases por el estilo.

Se nos ha enseñado que siempre es necesario mas y por lo tanto, nunca está de más.

Nunca está de más quedarse media hora extra en el trabajo. Nunca está de más decir te quiero una vez más. Nunca está de más tener otro coche. Nunca está de más...

Lo cierto es que evitariamos muchos de nuestros problemas si se nos enseñara a distinguir cuando es suficiente.

¿Hasta cuándo soportar los maltratos, los engaños, la agresión?

¿Cuándo debemos dejar de gastar?

¿Cuándo debemos dejar de comer?

¿Cuándo debemos dejar de suplicar, de rogar?

¿Cuándo debemos dejar de quejarnos?

¿Cuándo es suficiente?

La vida es bastante simple si la vemos friamente.

No necesitamos de mucho para ser felices y vivir tranquilos.

Si lo analizas, pagar por tener disponibles 200 canales de televisión cuando solo puedes ver uno a la vez, es un exceso.

Lo malo de todo esto de la insuficiencia, es que nos entrena también para aguantar lo que está mal, lo que no nos gusta.

¿Cuántas guerras son suficientes?

¿Cuántos asesinatos y secuestros son suficientes?

¿Cuántos insultos, humillaciones, tristeza, injusticia son suficientes?

Estoy seguro que la gran mayoría de las personas no pueden o no saben contestar a estas preguntas. Ahora que lo pienso, ni yo puedo responderlas a ciencia cierta.

Tengo la intuición que cada quien en su fuero interno, podría saber cuándo y cuánto es suficiente. Lo malo es que nos gusta el exceso. Con observar el número de pares de zapatos que puede llegar a acumular una mujer, podremos darnos una idea del exceso irracional.

Saber cuando es suficiente, nos permite tener mas. Si, es paradójico, pero funciona. Solo cuando sabes que es suficiente lo que trabajas, podrás descansar más. Sólo cuando sabes que es suficiente lo que has gastado, podrás comenzar a ahorrar. Sólo cuando sabes que es suficiente lo que has sufrido, podrás comenzar a tener más amor para ti mismo. El exceso en algo siempre se manifiesta en carencia de algo más.

Piensa por un momento en una necesidad o problema que tengas. Ahora piensa en que te has excedido para llegar a esta situación.

Si resulta que no tienes pareja o eres infeliz en el amor, quizá te has excedido en tus exigencias, en tu vanidad, en tu orgullo o en tu miedo.

Si resulta que estás pobre, quizá te hayas excedido en gastar en algo que no necesitas, o te has excedido en la pereza, o te has excedido en tomar malas decisiones.

Esto de la suficiencia es un asunto matemático, donde todo lo que te excedes, se resta necesariamente en otro aspecto.

Quizá por eso, las personas de este mundo y de esta época sean tan desdichadas. Buscan tener más de todo y nada les es suficiente. Por eso estamos endeudados financiera, fisica y emocionalmente.

La economía nos enseña que debe haber un equilibrio entre la oferta y la demanda. Si solo demandamos, llega un momento en que no encontramos satisfactores... y nada será suficiente.

La crisis actual es sólo un caótico ejemplo de esta desmedida codicia, avaricia e insatisfacción.

Saber cuando es suficiente no sólo es necesario, es sano y nos ayuda a equilibrar nuestra vida.

Te invito a que te tomes 10 minutos, respires profundamente y en tu interior, consultando tu fuente de sabiduría, determines de que ya tienes suficiente en este momento.

Al liberarte de la necesidad de seguir acumulando "lo que sea", magicamente comienzan a fluir en tu vida otros aspectos.

Por este domingo, en este blog, con esto, también es suficiente.

Asi es.

domingo, 23 de agosto de 2009

La marrana de la tía Chepa.

En la película "La ley del monte", Vicente Fernández se encuentra en un dilema shakespeariano, está enamorado de la hija del asesino de su padre; tiene que decidir entre su venganza personal o el amor de su vida. Cuando sale a enfrentar su destino con el corazón en una mano y la pistola en el otro, el actor que protagoniza a su hermano, le dice al sacerdote del pueblo: Es igualito que la tia Chepa: "quería tragar chicharrón pero no quería matar a la marrana".

Una sabia solución para la tía Chepa hubiera sido volverse vegetariana y comer chicharrones de gluten, mientras disfrutaba de su marrana como mascota japonesa haciéndole piojito y jugando con ella a atrapar el disco.

Pero en cuestión de dilemas, las sabias soluciones no existen. Es por esa razón que Shakespeare terminaba sus obras en tragedias que rayaban en el desastre.

Afortunadamente, en nuestros dilemas diarios, es raro que tengamos que asesinar a alguien obligadamente o que tengamos que tomar decisiones de vida o muerte.

"Matar a la marrana" implica un doble sacrificio: Por un lado el del animal cuya única culpa es tener una grasa suculenta para la mayoría de los paladares y por el otro, el del dueño, que encariñado con el animal, no desea producirle la muerte y mucho menos, saborearse el pellejo tostado y frito de su mascota.

Así podemos ver que se encuentran dos sacrificios como solución: Uno de tipo moral-emocional y el otro, de tipo físico.

Si nos enfocamos en el sacrificio, probablemente ya hasta el hambre se nos haya quitado, pero ese no es el verdadero dilema. La razón primordial por la que se presenta el conflicto es: ¡Que queremos tragar chicharrón!

La búsqueda del placer es uno de los principales motivadores del ser humano, para muchos, es el mas fuerte. Y sin darle muchas vueltas al asunto, la búsqueda del placer es genuina, verdadera y no tiene nada de malo.

Mas allá de conceptos filosóficos, moralistas, religiosos y hasta éticos, hemos aprendido que en este mundo de apariencias e hipocresía, el placer cuesta.

He ahi el dilema.

Si quieres tener placer debes sacrificar algo, nos dice la sabiduría popular.

Es por ello, que cuando obtenemos placer sin culpa, sin temor y sin sacrificio, hasta pensamos que algo debe estar funcionando mal.

Olvidémonos un poco del sacrificio. Vayamos a la explicación simple de la filosofía extraída de la ley del monte, que se puede reducir en la siguiente máxima: Si quieres conseguir algo, debes hacer algo en consecuencia.

Y es que, por mucho que queramos que siempre las cosas se nos den fácil, rápido y de manera instantánea, muy pocas veces es así. ¡Vaya! Hasta para comernos una maruchan debemos calentar el agua y echarsela al vasito.

Así somos de paradójicos y complejos los seres humanos.

Aún cuando podamos comer del chicharrón que no implica que hagamos ningún sacrificio, por ejemplo comprándolo en el mercado, siempre sufriremos por no poder comer del chicharrón de nuestra propia marrana.

Podría tratarse de nuestro gusto por lo prohibido, de nuestra afición por los problemas para hacer entretenida nuestra vida, del aburrimiento intrínseco que conlleva el irnos por el camino fácil... pero la mayoría tenemos mucho de la actitud de la tía Chepa.

Lo cierto, es que una vez dando el primer paso, nada se compara con el placer producido por alcanzar lo que queriamos y teniamos tantas ganas.

Hay ocasiones, en que aun con el dolor que pensemos que nos pueda producir, tendremos que matar a la marrana.

Asi es.

domingo, 16 de agosto de 2009

Llorar no puedo.

Estoy frente al ordenador (computadora, ja) desde hace 2 horas, pensando que puedo escribir este domingo. Mi cabeza ha dado vueltas pensando en algo ingenioso, intelectualmente atractivo o filosóficamente sorprendente.

La verdad es que lo mas agudo que se me ha ocurrido escribir hasta el momento es esta especie de confesión acerca de que no se que escribir.

La semana pasada fue una semana de las mas movidas en los últimos años de mi vida.

Experimente una frustración muy fuerte al no tener la posibilidad de dar acceso a mas egresados para continuar sus estudios de ingeniería. Fui al Distrito Federal en espera de un reconocimiento que no llegó, me levanté dos dias tarde y falté a mi clase de las 7 de la mañana. Asistí a una noche de discotheque, olvidando el motivo principal por el que dejé de asistir hace ya casi 13 años... los resultados de una noche disco pueden ser mortales para el amor. La muerte de uno de mis seres cercanos me ha consternado y devuelto a la idea de que la muerte es real, aun cuando podría afirmar que la enfermedad no existe. En un intento por ordenar mi vida, llegué a acuerdos que parecían importantes y determinantes en el curso de los últimos 7 meses de mi vida, para descubrir con espanto que el fantasma de la traición y la mentira seguía rondando por sobre las palabras. Una persona que ha ocupado un lugar importantisimo en mi vida durante los últimos 20 años y en definitiva ha sido el detonador de lo que me ha convertido en lo que soy desde hace 5 años volvió a aparecer en mi vida. Acabé la semana laboral crudo y desvelado por increible que eso pudiera parecer para quienes me conocen...

Y aquí estoy, hoy, tratando de hilar palabras coherentes en mi blog dominguero. Pido permiso a mis concurrentes lectores, alumnos, admiradores y amigos para el día de hoy, ser sólo un hombre que aunque acostumbra escribir cosas inteligentes; hoy no encuentra sentido ni inspiración para ello.

Si es que notan un leve dejo de depresión en mis palabras o una especie de hueva mortal en mi capacidad intelectual, puede ser que tengan razón en ambas suposiciones.

Mas allá de ello y lo que pueda resultar en esta semana próxima, deseo acabarme el agua de tamarindo con hielos que tengo a mi lado, deseo no seguir checando el !/"$%·&!)(" celular cada hora en busca de una lastimera comunicación que nomás no llega, deseo no tener ganas de tan solo estar dormido (como para no pensar) y deseo, de una vez por todas dejar de ser este inútil ser romántico y cursi al que desprecian y desprecio tanto.

Si me azoté, lo acepto.

En ocasiones como ésta, no me da orgullo lo que escribo, pero es necesario de alguna manera, por tonta o burda que sea, desahogarse.

Llorar no puedo.
Asi es.

domingo, 9 de agosto de 2009

Uy! ...el mostro!

Cuando somos niños es mas evidente. Recuerdo como cuando jugaba al "mostro" con mi primo Beto, después de correr apenas unos metros, me paraba y muerto de risa y miedo, mi primo me alcanzaba para hacerme cosquillas. Si yo hubiera sido un venado o cualquier otra presa y mi primo en realidad hubiera sido un "mostro" sin duda me hubiera aniquilado.

La parálisis es una de las formas mas primitivas en que respondemos ante el peligro. Lo usan desde las moscas, de ahí proviene el término "mosca muerta"; los roedores como la zarigüeya y por supuesto, los humanos.

Una forma quizá un poco más sofisticada de la paralisis, sería el clásico "Tu hazte wey, mientras que pasa todo". Hacerse "el muertito" es de verdad un recurso utilisimo frente a los depredadores. Para ningún "mostro" es divertido, entretenido, ni siquiera útil, atacar a quien no se defiende. Lo sabiamos de niños (aunque lo aplicaramos torpemente) y lo sabemos actualmente, lo mejor de todo, es que está en nuestros genes.

Sin embargo, la parálisis no es la primer respuesta ante el peligro. La respuesta por antonomasia es: "La huida".

El primer impulso que tenemos al sentirnos en peligro es huir. Ya sea corriendo, escondiéndonos, tomando un avión, encerrándonos o como sea posible, huir es el recurso más útil de todos. Cuando nos paralizamos, siempre estamos expuestos a la muerte. Nunca falta el depredador gandalla que no se conforma con vernos muertos y se asegura rematándonos. Si no lo crees, recuerda con que placer aplastas a la mosca que se hace la muerta.

La huida, nos asegura que estaremos fuera del alcance de la muerte o lo que sea que el peligro signifique para nosotros.

Huir de forma elegante, es casi imposible. La mayoria de las veces lo haremos de forma burda y chusca. En un mundo lleno de orgullo y soberbia, huir se considera un acto de cobardía. Si lo analizamos bien, huir es el acto de sobrevivencia por excelencia. También tenemos el famoso refrán que dice: "Mas vale decir aqui corrió que aqui murió".

Por último, tenemos nuestro tercer recurso. No es ni con mucho el más inteligente, ni tampoco el más socorrido. Aunque hay algunos que son realmente aficionados a utilizarlo, no es el mas recomendable.

Estamos hablando de la defensa, el ataque. Ante un peligro, tenemos esta opción, atacarlo, defendernos. Creo que sobra decir que es mayor la cantidad de presas muertas que de las que sobreviven cuando deciden atacar o defenderse.

Si tomamos en cuenta nuestro ego y la cultura popular, defenderse es el acto mas gallardo y que llena mas de orgullo, pero no siempre es la opción mas inteligente.

En Publicidad y propaganda tenemos una máxima: El que ataca pierde.

El que ataca es el segundo, es el debil.

El rey, el lider, nunca tendrá necesidad de defenderse.

Y si aun su orgullo no les permite creerme, recuerden a Lopez Obrador, a Labastida, a Pepsi cuando reto a Coca y tantos otros casos celebres.

El que ataca pierde.

Defenderme es algo padre, pero solo cuando tengo la certeza de que el rival es mas debil que yo.

Asi que te invito a reflexionar para cuantas personas TU eres el mostro.

Si te huyen, se esconden, se paralizan en tu presencia o pelean contigo. Eres un mostro.

Asi que, no me importa que me digan cobarde, prefiero huir del peligro o a veces quedarme quieto.

Por lo pronto, no soy tan tonto como para ponerme con Sansón a las patadas.

Asi es.

lunes, 3 de agosto de 2009

Ahora

En la semana, llegó a mis manos una lectura de Paula Godwin Coppel que quiero compartir con ustedes:"En una noche fría y lluviosa hace varios años, a las 3 a.m., me di cuenta de que había dejado a mi gata afuera. Cuando abrí la puerta del frente, la vi tranquilamente sentada en el primer escalón, mojada y fría. La sequé y cinco minutos después ya dormía acurrucada tibiamente junto a mí en la cama. Comparé su respuesta a cómo reacciona un ser humano:
No hubo drama (Ya era hora de que abrieras la puerta, me estoy congelando), ni culpabilidad (¿Qué te hace pensar que podías dejarme aquí afuera?), ni represalia (No me voy a acurrucar contigo nunca jamás, después de todo esto). Ella no perdió su tiempo en el pasado o el futuro; ella quería aprovechar el momento presente."

Será que me gustan las historias de gatos, pero este pequeño relato produjo en mi, varios Eurekas.

Mi admiración por los animales y en específico por los gatos, queda plasmada en esa pequeña historia.

Los animales viven en el ahora. Solamente. Y no tendrían porque hacerlo en otro tiempo, el ahora es lo único que tenemos.

El drama, la culpabilidad y la represalia ocupan la mayor parte de nuestro tiempo, volviendose un cancer de nuestro momento presente.

Cuando hacemos drama, queremos llamar la atención hacia nosotros. Nuestra baja autoestima y por otro lado nuestro egocentrismo nos hacen pensar que por alguna razón todos quienes nos rodean deberían de estar al pendiente de lo que hacemos o dejamos de hacer. El drama solo hace evidente nuestra poca capacidad para controlar nuestras emociones y para hacernos cargos de nosotros mismos.

La culpabilidad propia y la que endilgamos a alguien es parte de nuestro hobbie de vivir en el pasado. Esta capacidad de recordar, evocar y recrear situaciones pasadas, si bien nos permiten ir teniendo un registro de nuestra vida, por el otro, nos hacen unos seres muy poco eficientes.

El pasado ya no tiene solución alguna. Perdonarnos o perdonar a otra persona no tiene ningún sentido. Pareciera que el perdón de alguna manera calma nuestro orgullo interior al registrar que al menos la otra persona se arrepintió o que nosotros mismos aprendimos la lección. Si lo vemos a la vista de los animales, la culpabilidad y el perdón son absurdos. Son dos obstaculos que nos impiden disfrutar del presente y nos hacen desdichados.

La represalía, la amenaza y la advertencia, son un intento por controlar el futuro. ¿Podemos realmente controlar lo que va a suceder? Tenemos la ilusión de que asi es. Tenemos la ilusión de que al advertir, amenazar o tomar represalías estamos controlando el futuro. Nada mas falso. Tan solo cuenten el número de advertencias y amenazas que nos han hecho las religiones a lo largo de la historia del mundo y la humanidad. Ninguna ha servido para un carajo. Seguimos tan o mas pecadores de lo que hemos sido siempre, seguimos mintiendo, teniendo sexo, siendo infieles y haciendo lo prohibido. Los fumadores no dejan de fumar con amenazas o advertencias. Los niños tocarán la plancha caliente aunque les digan que se pueden quemar y todos nos arriesgaremos por un amor prohibido lo suficientemente estimulante. No podemos controlar el futuro y las represalias son el método menos efectivo.

Viendo las cosas de esta manera, que te parecería si comenzarás por hacer lo que siempre has tenido ganas. No importa que tan malo, prohibido o descabellado te parezca. No importa el miedo, los nervios o lo que sea que pienses que te impide hacerlo. La mayoría de las personas tenemos anhelos y deseos muy válidos pero que consideramos injustos o malos.

Dejando los juicios de valor que pudieras tener, contesta sinceramente que es lo que te está impidiendo vivir en el ahora y disfrutar tu vida.

OJO. Está no es una invitación a la subversión o a cometer delitos. Una regla del buen vivir es no dañar a nadie. Tu libertad termina donde mi libertad comienza. Tan solo es una sugerencia por hacer lo que te plazca en el momento presente.

El pasado ya pasó. El futuro aun no llega y nunca tendrás la certeza de que llegará hasta que asi haya sido.

El drama, la culpabilidad y la represalia son los enemigos del ahora.

Y ahora, hoy, en este momento, no hay nada que te impida disfrutar y ser feliz.

Asi es.