domingo, 24 de junio de 2012

Recuperando nuestro Poder Espiritual. La desburocratización de la experiencia divina

La idea de Dios es una idea cultural. Creamos una imagen de Dios de acuerdo a la forma en que se nos ha enseñado a percibirlo, es decir, a interpretarlo. Al ser Dios, el Ser o Ente superior por excelencia, la idea de Dios es la idea principal que determina nuestra vida, para bien o para mal. Podemos identificar las ideas generales que se tienen de Dios en 2 formas, un dios externo y un dios interno. El Dios externo: El Dios titiritero. Bajo esta creencia somos marionetas, danzamos y actuamos de acuerdo a Dios que nos mantiene amarrados con hilos para que obedezcamos sus caprichos. Como una especie de burla dramática, Dios se divierte con nuestra actuación y nos hace divertir al mundo que nos rodea. La vida que nos toque vivir, dependerá del grado de preferencia que tenga Dios hacia nosotros y del papel que nos asigne en la obra en turno. El “reino de los cielos” se limita a ser considerados el títere principal de la obra lo cual conlleva privilegios como estar limpio, tener buena ropa y ser aplaudido por el público. Nivel de Poder= Cero. El Dios Capitán. Cuando adoptamos o interpretamos el papel de víctima, la idea principal de Dios es la de un Dios castigador, vengativo, represor. Pensar en Dios de esta forma nos permite mantener el papel de víctima y justificar todos nuestros sufrimientos y nuestra “mala suerte”. Cuando tenemos la idea de un Dios capitán, estamos expuestos y comandados por lo que él quiere, aunque no sea de nuestro agrado. El “reino de los cielos” se obtiene mediante la obediencia y el esfuerzo para subir los grados de un escalafón en el que vamos siendo ascendidos de simples animales a santos. Todo lo que pasa en nuestra vida es azaroso para nosotros y no podemos determinar con certeza el porqué y/o el para qué, sólo sabemos que ha sido “dios” el que ha tomado las decisiones o dado esas órdenes, como pruebas de destreza, de habilidad o de fuerza para poder ser considerados en nuestro ascenso. En esta creencia no tenemos poder de decisión, ni de acción, nos limitamos a cumplir. Dios nos castiga o nos premia de acuerdo a su propio juicio y él sabe lo que hace. Como si se tratará de un Dios con formación militar, tiene sus propias estrategias para llevarnos a donde él quiere, sin importar si nos quejamos, nos duele o no queremos. En este sentido, si nos atrevemos a desobedecer sus órdenes, irremediablemente recibiremos el castigo que merecemos. Aun cuando esta idea de Dios, nos da un grado de libertad (la desobediencia), seguimos percibiéndonos como esclavos o empleados del Superior. Nivel de Poder=Muy Bajo. El Dios Vigilante o Dios “Big Brother”. Esta idea es muy común y sumamente generalizada. Considera la creencia de que a Dios no se le puede ver, pero él esta presente, observándo, siempre vigilante de nosotros y espiándonos en todo momento. En este caso, el “reino de los cielos” es un premio al mejor concursante, al mas convincente, al mejor actor. Como la idea del popular “Reality Show” de la televisión comercial en que los concursantes son permanentemente observados detrás de cámaras puestas estratégicamente en todos los rincones de una casa, el dios Big Brother nos observa y se entera de todo lo que hacemos, evaluando cada acción que realizamos. En este caso, aunque podemos desempeñar el papel de víctimas si nos conviene, ante todo somos actores. Nuestra actuación consiste en agradar al dios “vigilante” para ganar su aprobación y con ello, obtener el premio, el papel principal “en el reino de los cielos”. Nuestra actuación puede incluir ser generosos con las personas que lo necesitan, ir a la iglesia, disfrazarnos de forma adecuada. En nuestra intimidad, creyendo que hemos encontrado un “punto ciego” a las cámaras divinas, nos ocultamos y sacamos lo peor de nosotros mismos. Siguiendo esta lógica, la gente realmente cree que dios no puede observar o escuchar lo que piensa y en su interior, en su pensamiento, da rienda suelta a toda su amargura, rencor y maldad. El rol de actor, nos permite incluso, tratar de engañarnos a nosotros mismos. Actuamos como malvados villanos y mas tarde, como arrepentidos. Actuamos como seres egoístas, envidiosos y celosos, para mas tarde mas tarde como tratar de compensar siendo magnánimos. Al no haber honestidad y estar viviendo en una ilusión, el rol del actor termina siendo un juego psicótico. Nivel de poder= Bajo El Dios Burócrata. El uso humano del poder, ha hecho que proyectemos esta realidad en nuestra idea de la divinidad. Cuando se adopta la creencia del Dios Burócrata el “reino de los cielos” se alcanza mediante el logro satisfactorio y completo del trámite de la vida. Este trámite incluye seguir ciertas reglas, quedar bien con ciertas personas y con cierto “entes” poderosos. La idea del Dios Burócrata contempla la existencia de diversos rangos de seres sagrados o divinos ante los que tenemos que ganar simpatía, favores y cumplir con ciertos trámites. Santos, Angeles, Vírgenes, Dioses menores y Dioses mayores, Espíritus, Fantasmas, Demonios y cualquier otra figura celestial o infernal, ocupan sus “oficinas” para apoyarnos o castigarnos. La burocracia divina se acepta con facilidad porque nos da una idea lógica del orden y de lo que tenemos que hacer para lograr cumplir con el trámite de nuestra vida. La mayoría de las religiones han hecho un uso estupendo de la idea de la burocracia divina, reflejando en sus ritos, ceremonias y dogmas los trámites necesarios para alcanzar el “reino”. Bautizos, confirmaciones, confesiones, bodas, comunión, ex-comunión, exorcismos, iniciaciones, beatificaciones, etcétera. Todos trámites humanos para alcanzar estados o favores divinos. Incluso, en esta creencia, la gente se esfuerza por quedar bien con ciertas entidades que “se supone” son influyentes o como diríamos en México, “están palancas con el mero mero”. No es lo mismo, obtener los favores de San Francisco que de la mismísima Virgen María (al ser la “madre de Dios” tiene el poder de convencer o incluso obligar a su propio hijo a hacer cosas, lo cual la vuelve en el poder detrás del poder). En las puertas del “cielo”, ya muertos, mostraremos nuestro Carnet o Pasaporte con todos los sellos en su lugar para poder ser aceptados o rechazados. Nivel de poder=Medio. El Dios Santa Claus - Padre. La idea de Dios como padre, nos lleva a la creencia de que al igual que con nuestros padres biológicos, podemos convencer (por las buenas o por las malas) de que nos conceda nuestros deseos y caprichos. En un juego perverso de manipulación y chantaje echamos mano de todos nuestros recursos histriónicos para convencer a nuestro papá de que nos compre o nos regale lo que queremos. Al igual que en la historia de Santa Claus, todo comienza con un acto de fe y nos conformamos con creer que “tiene la obligación de darnos lo que queremos” si nos portamos bien. Cuando crecemos y se nos revela que en realidad Santa Claus no existe y se trata de nuestro padre disfrazado, aseguramos nuestra convicción de que “la obligación de darnos” es real. Desempeñar el papel de “hijo” puede resultar en una distorsión completa de nuestra realidad, porque bajo esta óptica, podemos hacer lo que se nos dé la gana y siempre encontraremos la ternura y el amor de nuestro padre. Como auténticos hijos malcriados, hacemos berrinches, pataletas, lloramos, gritamos y nos tiramos al piso para llamar la atención de nuestro padre y que conceda nuestros deseos para evitar nuestro sufrimiento y liberarse de nuestros lloriqueos. En formas mas sutiles, podemos comportarnos como hijos empalagosos, sumamente cariñosos para obtener los favores de nuestro padre. La oración se vuelve en nuestro instrumento de convencimiento para obtener lo que queremos, adoptando múltiples formas: ruego, súplica, chantaje, soborno, persuasión, etcétera. Cuando nos damos cuenta que dios no responde de ninguna forma en que tratamos de convencerlo, entonces nos enojamos con él y comenzamos a guardar resentimiento y rencor porque no nos hace caso, entonces nos volvemos los hijos descuidados, olvidados y a los que les va bien, se convierten en los hijos predilectos, protegidos. Nivel de poder=Medio. Dios Interno. El Dios Inquilino. El Dios Inquilino vive dentro de nosotros, de nuestra mente o nuestro cuerpo. Puede recibir varios nombres, espíritu, alma, conciencia y en general, se cree que está aquí para apoyarnos. La idea de un Dios como inquilino, supone que no pertenece al lugar donde habita, sino que se le ha aceptado para vivir ahí, lo cual, trae detrás la idea de que viene de fuera. Como a cualquier inquilino, se le puede ignorar, se le puede presionar, se le puede escuchar, ayudar o incluso obligar a hacer cosas, sopena de echarlo a la calle. Incluso, se puede llegar a creer en ciertas ocasiones que este dios inquilino nos puede abandonar por momentos mas o menos cortos o largos. Tomar conciencia del Dios inquilino es un buen comienzo, conforme se va ampliando nuestra conciencia y entendimiento avanzamos en otros conceptos. El reino de Dios es percibido como una coexistencia armónica y pacífica con este inquilino. Nivel de poder= Medio - Alto El Dios Crístico. El concepto del Dios Crístico, conlleva la idea de Dios como un ideal alcanzable en nuestra realidad humana. Se abandona la idea de un Dios separado de cualquier forma de nosotros y se nos abre la percepción a ser en nosotros mismos la expresión de Dios en potencia. El camino que se va recorriendo en nuestra experiencia de vida nos hace avanzar en el alcance de la conciencia del Cristo en nosotros. El reino de Dios se entiende como la iluminación, es decir, la total comprensión y vivencia de manifestar el ideal de Cristo (Buda, Krishna, etc.), en nuestra vida. Nuestro poder reside en alcanzar el estado de conciencia de nuestra propia divinidad inherente en nuestra existencia. Nivel de poder= Alto Yo Soy (Dios). La percepción mas íntima de Dios es también la mas integral. En el nivel del Yo Soy nos damos cuenta que Dios no sólo vive en nosotros sino también advertimos su presencia en el universo entero. Al eliminar todas las barreras entre nosotros y nuestro concepto de Dios, sabemos que no hace falta hacer ningún esfuerzo para experimentar el “reino” pues Dios simplemente ES en nosotros y con nosotros. Al liberar cualquier idea preconcebida sobre Dios, le permitimos manifestarse y ser, dejando que fluya libremente en nuestra existencia. En este nivel de comprensión, sabemos que Dios está en nosotros, pero también está en las demás personas, en los animales, en la tierra, en las estrellas, en el agua, en las células, en los átomos y en la nada. Un Dios realmente omnipresente no puede tener preferencias de ningún tipo por persona o situación alguna. Un Dios realmente omnipotente no necesita de intermediarios, de religiones, de castigos o premios, ni de contrapartes malévolas. Un Dios realmente omnisciente no necesita del control de los seres humanos, ni de concursos, ni de predestinación alguna, la libertad es su condición natural. En el nivel del Yo Soy recuperamos nuestro poder natural y con el, la responsabilidad sobre nuestra existencia, sobre nuestra vida. En este nivel, hacemos uso real de nuestro ALBEDRÍO. Nivel de poder= Muy Alto.

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