domingo, 1 de marzo de 2009

Domingo...y el placer de nada hacer.

Estamos iniciando el mes de marzo, es domingo y estoy acostado.

Acabo de ver la pelicula del Campo de Sueños de Kevin Costner (20 años de antigüedad) y no se porque razón me he quedado en el "impasse" de la reflexión.

Hace algunas semanas que me he dedicado a tener una vida sobria, formal, relajada y un tanto ñoña.

A veces me entra la desesperación por sentir la adrenalina y es justo en esos momentos cuando saco mi motocicleta y le giro al acelerador. Quiza no sea la misma adrenalina pero al viejo estilo budista me mantiene en el ahora. Si tuviera que llamarle de alguna forma, sería "el motociclismo Zen".

Este estado de "placer por nada hacer" me ha hecho reflexionar acerca de las relaciones humanas y sobretodo de las relaciones de pareja.

Resulta que como decía Sabines "todo se reduce a dos cuerpos desnudos y en la cama" y mas allá de eso, se reduce a sentirse bien.

Durante mucho tiempo buscamos y en ocasiones nos esforzamos por "encontrar" la pareja ideal y en esa búsqueda nos topamos con todo tipo de personas: gordas, feas, bonitas, flacas, locas, casadas, putas, de nuestro mismo sexo, de cualquier sexo, sin sexo, con sexo, con compromiso, sin compromiso, que besan rico, que les apesta la boca, jovenes, muy jovenes, viejas y muy viejas, despeinadas, calvas, sin puta idea de lo que quieren y las que quieren todo.

Cualquier adjetivo que le pongamos, es suficiente para dejar de ser ideal.

Y resulta que todo se limita al miedo a amar y aunque parezca increible, el miedo a ser amados, porque finalmente si nos dejamos amar, eso nos compromete. El resultado son cientos de miles de personas solas, chateando en la obscuridad, lamentandose con las cobijas y sabanas encima, bailando solas en una discoteque pretendiendo que la vida se escapa en un continuo girar de la cabeza, cantando canciones desgarradoras a nadie y al conjunto, quejandose lastimeramente de lo injusta que es la vida o de lo poco que el amor se acuerda de ellas.

¡Vaya!... En mis escasos 34 años de vida, he hecho de todo pero lo único que jamás me he permitido es dejar de amar. Amar por el gusto de amar. Besarme en la oscuridad de un cine, tomar de la mano en el centro histórico de la ciudad de México, tener sexo a la mitad de un puente solitario enmedio de la noche, dar todo por nada y no dar nada a cambio de todo, hacerle el amor con la boca a una mano que huele a crema y perfume, arriesgar todo por una mirada, ser clandestino por un par de besos, escribir poemas que jamás serán contestados y gritar el amor a través de la radio los martes por la noche para robarme suspiros y lágrimas...

Es cierto, para un corazón tanto uso puede ser desgastante... hay noches en que pareciera que me dejará de latir de tanto extrañar o anhelar o desear a alguien, hay días en que se niega a mantener su ritmo tan solo porque quisiera la ternura de una mano que lo acaricie... a veces lo siento ausente, como si después de haberse quebrado por enesima ocasión se negara a reconstruirse...

Pero lo he usado.

Me da risa cuando aquellas personas que tienen miedo de amar y por lo tanto del sufrimiento, se ufanan con orgullo vano de no estar comprometidas con nadie, de andar en libertad deambulando por la vida o de estar aferradas a amores que nunca mas serán. No me imagino su corazón sin uso, que se marchita poco a poco sin pasión y sin emociones.

He amado y me han roto el corazón. A final de cuentas, ¿Para que sirve el corazón si no es para amar? Y es obvio que me refiero al corazón en sentido figurado, pues se ama con el cerebro, con el cuerpo todo, con la piel desnuda y con el alma entregada.

Me han roto el corazón pero he amado. Si un domingo de hueva cualquiera como hoy, la muerte me reclamara en su presencia, sabría que no he vivido en vano, HE AMADO...tanto como he podido, tanto que me ha dolido... y no cualquiera puede presumir de ello.

Asi es.

No hay comentarios: