domingo, 17 de mayo de 2009

Los quince años de Mayo.

Las fiestas de 15 años siempre se me han hecho... extrañas e interesantes. Cuando la familia decide realizar la fiesta de 15 años para su hija y la niña accede, comienza toda una aventura de cualidades inigualables.

Sólo en una ocasión (afortunadamente) me invitaron a ser chambelán de 15 años, pero mis amigos eran un poco mas socorridos para estos menesteres y estuve muchas tardes acompañandolos en los ensayos de los bailes.Y no es que a mi me de pena bailar en público, en realidad siempre lo he disfrutado bastante, pero los bailes de 15 años son... otra cosa.

Tratando de sacar un poco al snob que llevo por dentro, podría decir que las fiestas de 15 años son "la apoteósis de la naquez en pleno". Y es que nada se compara con todo lo que es posible observar en una fiesta de quince años: el papá que ya borracho no puede ocultar las lágrimas de ver a su mujercita convertirse en mujer, la mamá que orgullosa se encarga de atender a toooodaaaa la familia que se junta para la celebración, los familiares cómodos e incómodos que ya reunidos son capaces de cualquier desfiguro, los amigos y amigas de la invitada que les da tanta pena como a los chambelanes ver aquellos bailes y desfiguros, y se dedican mejor a ver que pueden ligar en aquella fiesta, aprovechando que van bañados y vestidos "formalmente"... pero lo mas lamentable quizá, sea la situación de la quinceañera.

La quinceañera está en una de las edades mas dificiles, en plena adolescencia, es muy probable que su cara se encuentre llena de barros, su cuerpo está en esa difícil situación en que aún no se le encuentra forma (existen excepciones, pero son eso: excepciones) que aunado a los vestidos color rosa y azul merengue pastelero hacen un cuadro no muy estético; para colmo, los salones de belleza parecen empeñados en hacer ver a la quinceañera como una integrante del elenco de la hora pico o de la familia peluche... ni hablar de las quinceañeras morenitas con los parpados maquillados de morado...

Si la quinceañera es gordita, es angustiante ver como los chambelanes ponen cara de terror cuando la tienen que cargar al final del vals... o el desfortunado baile "moderno" que resulta en un rock and roll de los sesentas, en que con calcetas, tenis y vestido de olanes se pone a dar giros y brincos acompañada de unos chambelanes mas tiesos y sin gracia que un higo deshidratado.

Hay algunos que de plano se pasan de la raya, hacen el ritual de la muñeca heredada a la hermana menor, el cambio de zapatos por zapatillas, las palabras y el brindis del papá que le tiene miedo al microfóno y el baile de vals hasta con el sobrinito recién nacido que no sabe nada, excepto que lo vistieron al estilo del luchador "guapito" de la AAA (Un enanito con traje).

Si, las fiestas de quince años, me divierten pero me dan pena ajena. Son de esas cosas que no comprendo pero me divierten y que sin embargo, si puedo elegir, prefiero no asistir.

Y es que, como Andy Warhol decía: "Todos tenemos derecho a nuestros 5 minutos de fama". Quizá las fiestas de quince años, sean la única oportunidad que tendrá la quinceañera, o la mamá, o el papá... de tener su noche de fama.

Un 30 de abril del año 1994 se me otorgó la oportunidad de entrar "al aire" en un programa infantil imitando voces de personajes infantiles, el 15 de mayo del año de 1994, me entregaron mi certificado de locutor tipo "A", luego de algunos meses de practicas. En ese mismo año, tan solo unos meses mas tarde, me entregarían el Premio Nacional de la Publicidad en Radio.

Hace 15 años, comencé mi aventura con una de las mas grandes amantes que he tenido: "La Radio". Y no con todaslas amantes se comienza como yo comencé en la radio, con el pie derecho y con un premio nacional.

Es curioso que 7 años después de haber comenzado mi carrera de locutor, me haya decidido por entrar a dar clases y de esta forma, el 15 de mayo no solo celebro mi trayectoria como comunicador radiofónico sino también mi carrera como profesor.

Me han preguntado que haré para festejar estos primeros 15 años y mi respuesta es que no lo sé, ni siquiera estoy tan seguro de querer celebrarlo, porque inmediatamente mi mente vuela a las imagenes de las celebraciones de los 15 años merengueros...

Mañana cumplo 7 años como papá (o sea, mi hijo cumple 7 años) y entonces ya estoy un poco angustiado... 15 años como locutor, 8 como profesor y 7 como padre... sin duda, debe ser una ocasión para festejar triplemente.

En lo que me decido si celebro o no, quiero agradecer públicamente a la vida por ser tan generosa conmigo y haberme dado tanto en tan poco tiempo. Agradecer públicamente a mis compañeros de trabajo y colegas, a quienes en su oportunidad me han dado la oportunidad de hacer lo que me gusta y amo, a mis amigos, a mis radioescuchas, a mis alumnos, a mis lectores, a mi hijo y a la mamá de mi hijo.

El agradecimiento es una virtud de los humildes y es la única práctica que nos asegura el poder tener y conseguir mas de lo que ya tenemos.

Gracias a ustedes y a mi Dios interior que me permite ver y disfrutar de las bendiciones recibidas.

Para la celebración se aceptan sugerencias... en una de esas, de puro gusto, hasta me animo a bailar el vals con una chambelana suculenta y sabrosona.

Asi es.

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