domingo, 10 de mayo de 2009

Veranos largos y meniscos rotos

En la década de los 80 y 90 del siglo pasado, las vacaciones de verano duraban de dos meses a dos meses y medio. En aquel entonces, no se pensaba que los estudiantes tuvieran que pasar todo el tiempo en la escuela, había horarios cortos y semestres que terminaban por ser cuatrimestres. Además de las largas vacaciones de verano, había dos semanas en semana santa, 3 semanas en diciembre y lo que se acumulara entre puentes, descansos y cosas por el estilo.

No recuerdo que mis compañeros de primaria, secundaria o prepa, en su generalidad, estuvieran ansiosos porque llegaran las vacaciones, en lo personal, las vacaciones eran como una especie de tormento chino.

Afortunadamente, tuve un muy buen circulo de amigos en aquella época. El ocio era compartido entre películas, salidas, telenovelas, música, campamentos, excursiones, tardeadas en la disco... la verdad es que después de 2 semanas, las actividades comenzaban a escasear y uno empezaba por filosofar y terminaba por cuestionarse cosas de esas profundas de la vida.

Lo mejor de las vacaciones largas era que llegaran familiares de algún amigo o conocido de visita y que entre ellos, llegara alguna prima o algo por el estilo, soltera, aburrida de las vacaciones y con ganas de experimentar algún amor de verano.

Los amores de verano, hacían las vacaciones mas que soportables y de eternas pasaban a ser cortas, cortitas. Si el susodicho amor de verano era "local", salir con la libertad de horario era una maravilla, en aquellos tiempos, salir significaba jugar basquet, dar un paseo en bici, excursionar, los cafes no se acostumbraban aun... pero la posibilidad de continuar el romance aun despues de las vacaciones, hacía que la relación se pusiera interesante.

Cuando el amor de verano era "foraneo" entonces aprovechar el tiempo era prioritario, un dia, un minuto, una salida eran autenticamente oro puro.

El regreso a clases era toda una colección de anécdotas. Viajes, aventuras, amores... estaba desde el que se la había pasado en su casa viendo a su mamá cocinar hasta el mas pudiente que lo habían mandado al extranjero en un viaje.

Mis ultimas vacaciones largas antes de irme a la universidad, las pasé en un campamento de 10 dias en la sierra de Durango.

Eramos mas de 1000 "scouts" de toda la República, acampando en medio de la nada y viviendo la aventura de nuestra vida. Junto a nuestra área de acampado se encontraban los scouts de Yucatán. Diario saliamos a realizar actividades, diario llovia. No había mujeres en aquel campamento, eramos puros machos jugando al rambo. Las únicas mujeres estaban en la enfermeria y la verdad es que estaban bien gachas, aun asi, muchos se enfermaban solo por tener un contacto con lo femenino.

Había chicos que lloraban por sus mamás, otros tantos que sacaban todo su lado salvaje en el bosque, hubo quienes no hacian caca porque no había baño, quienes no comían porque no les gustaba la comida de campamento...

Justo cuando faltaban 3 dias para el regreso, mientras comiamos sentados en el suelo, yo mantenía las piernas cruzadas; al levantarme, la rodilla derecha me tronó horriblemente, después se comenzó a hinchar y terminé en la enfermería.Me vendaron y me impidieron que siguiera realizando las actividades en tanto no tuviera un diagnóstico profesional y unas buenas radiografías. Ahí junto con mis meniscos rotos, terminó mi campamento, tuve que regresarme un día antes con los heridos de guerra y con los llorones que extrañaban a su mami.

Después de aquel campamento mi vida no sería la misma. En los años siguientes comenzaría la universidad, me saldría de la casa de mi madre, no podría volver a ejercitarme como antes lo hacía y no tendría mas amores, ni vacaciones largas de verano.

La reclusión de estos días gracias a la gripe puerca, me ha recordado los sabores de los veranos largos, aunque estemos en primavera, no haya amores de temporada y estas no sean precisamente vacaciones.

Curioso que este recuerdo y este diario coincidan en el día de las madres.

Hoy, con los meniscos aun rotos, 17 años después y muchas tragedias y éxito a cuestas, regresaré a casa de mi mamá para felicitarla. Y es que las mamás, aparte de ser gandallas, a veces insoportables, quejumbrosas, chantajistas, mala onda y todo lo que sabemos que pueden llegar a ser, son nuestra conexión con la tierra, nuestra conexion con la realidad, con nuestro origen, nuestro pasado y nuestra historia.

Nadie mejor que ellas saben de nosotros y aunque podamos mentir a los demás, solo ellas saben la verdad de nuestras risas y nuestro llanto.

Si algo pudiera reprochar a esta vida tan maravillosa que me ha tocado vivir, es el no poder ser madre (por obvias razones), y es que eso de crear vida, que crezca en nosotros y dar a luz, debe ser la neta.

Por esta vida y hasta que reencarne en mujer, me conformaré con ser padre. Eso si, un padre muy madres!

Vaya una felicitación a todas las mamás en su día, por esa bendición que las hace una y la misma con Dios, el poder de crear vida.

Asi es.

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