domingo, 1 de noviembre de 2009

El monstruo que todos llevamos dentro...

monstruo.

(Del lat. monstrum, con infl. de monstruoso).

1. m. Producción contra el orden regular de la naturaleza.

2. m. Ser fantástico que causa espanto.

3. m. Cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea.

4. m. Persona o cosa muy fea.

5. m. Persona muy cruel y perversa.

6. m. coloq. Persona de extraordinarias cualidades para desempeñar una actividad determinada.

7. m. Versos sin sentido que el maestro compositor escribe para indicar al libretista dónde ha de colocar el acento en los cantables.

Los seres humanos siempre hemos sentido fascinación por los mostros. Como dice el dicho, "me gusta pero me asusta". Y es que, al igual que pasa con el amor y el odio, los mostros y los héroes forman parte de la misma casta, de la misma línea, del mismo género.

Como supone la mayoría de quienes me conocen por mi alterego y en persona real de la vida humana común y corriente, me identifico con Frankenstein. Solo que mi nombre está compuesto por mi apodo "artistico" adoptado en la radio hace 14 años, cuando un radio escucha me bautizara así "Frak" y por el apellido "Einstein", como una especie de honor al genio, adoptando en actitud soberbia una herencia que no existe. Asi surge Frak Einstein, que por similitud sonora se confunde con Frankenstein, el mostro.

A través de este personaje, que no es otro que yo mismo, doy rienda suelta a mis fantasías de genialidad, de libertad y de superioridad.

Es Frakeinstein el que puede opinar de cualquier tema como si lo dominase, es Frakeinstein quien puede gozar de fama, aceptar que es pedorro o aceptar que siente fascinación por lo prohibido.

Si le preguntan a Efrain, el es mas conservador, tradicionalista y hasta un poco chillón. Es una batalla entre el humano y el semidios. Una batalla épica que se desarrolla desde el principio de los tiempos.

En la novela de Mary Shelley, Frankenstein el Doctor, jugando a ser Dios, logra construir a un ser humano a partir de restos humanos y después, al poner nuevamente a latir su corazón, le da vida.

La paradoja en la historia se desarrolla mediante una interrogante: ¿Podemos dar vida, pero no podemos dar espiritu o alma?

Y Frankenstein, el mostro, solo desea algo, poder ser capaz de inspirar amor en los seres humanos. Ser amado.

Mientras es despreciado por ser una criatura horrible, no humana, no divina, Frankenstein y su falta de alma, encuentra que es facil matar o hacer cualquier atrocidad. Y esta suerte de Adán devenido en mostruosidad le hace una última súplica a su creador, su padre: Quiere una compañera.

Al salir todo mal, la criatura se rebela contra su creador. Le traiciona y le mata.

¿Qué tiene esto que ver con mi propia vida?

Quisiera decir que muy poco. Pero es evidente que la inseguridad y la falta de autoestima inherente a los seres humanos que nos ha tocado vivir en estos tiempos, nos muestra la misma encrucijada: El deseo de ser amados a pesar de nuestros defectos y errores.

A pesar de eso, algo me separa de Frankenstein el mostro. La conciencia de mi divinidad y de mi propia alma. Siendo asi, mi alter ego, aunque suena a mostro, se vuelve la antitesis del mismo.

Frak Einstein, el ser espiritual.

Frak Einstein, el humano.

Frak Einstein, el mostro genio.

Todos llevamos dentro nuestro propio mostro y nuestra propia alma.

Quiza por eso en este dia de muertos, jugamos a "disfrazarnos" y a sacar nuestras perversiones y maldades en forma de juego y diversión.

Frak Einstein, mi monstruo personal, tambien lo hace, solo que convive conmigo a diario.

Asi es.

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