sábado, 21 de noviembre de 2009

Porque se me da la gana...

Estamos a finales del año 2009, en un mes y medio aproximadamente llegaremos al cumplimiento de la primera década de este siglo. La mayoría de los seres humanos recibimos el año 2000 con grandes expectativas, creiamos que el nuevo siglo traería consigo maravillas tecnológicas y también augurabamos un cambio en la mentalidad humana que permitiera alcanzar mayores niveles de vida.
Las maravillas tecnológicas han sucedido, hoy podemos tocar una pantalla y manipular objetos virtuales, podemos hacer redes inalambricas y pasar dinero, imagenes, sonidos y hasta video a través de ellas. El internet ha consolidado la comunicación humana en niveles jamás imaginados. Y sin embargo, una simple gripa tiene aterrorizada a la humanidad a la humanidad entera, el SIDA aun tiene en estado de pánico a la humanidad y el hambre sigue siendo un factor de muerte en algunos sectores de la población mundial.
El hombre está redescubriendo su poder interior, aquel que Jesús el Cristo revelara en su buena nueva y que otros místicos de todas las latitudes también han conocido.
Y sin embargo, aun existen personas que son tratadas como animales indefensos, presos por sus ideas, por el simple hecho de pensar distinto. Aún hay rehenes de los convencionalismos, rechazados por sus costumbres, tradiciones, por ejercer el derecho divino de pensar y de hacer, o al menos intentar hacer lo que se les pega la gana.
El maravilloso siglo XX, aun sigue siendo un mundo lleno de personas retardadas, de una mente estrecha, dominados por el miedo. Prueba de ello es la crisis mundial que vivimos, quizá la peor que recuerde en mucho tiempo.
La gente ha elegido creer y convencerse, de que la escasez, la pobreza, el malestar y el miedo son normales, cosa común, cotidiana y necesaria.
Cristianos devotos que son capaces de inmolarse y lacerarse en pos de una creencia religiosa absurda, olvidan los preceptos y enseñanzas de quien dicen seguir. Jesús el Cristo, el defensor de la libertad, aquel que no solo perdonaba, sino que se hacía acompañar de los "pecadores" para demostrarle al mundo que Dios el padre, no es un tirano que seleccione a los buenos de los malos, sino que abre las puertas del reino para quien tan solo -y como si fuera poca cosa-, crea en Él.
Hoy en día, mujeres son violadas, en su intimidad, en sus derechos básicos de libertad de expresión y de sentimientos, sobra decirlo, aun tambien existen quienes son violadas fisicamente.
Hombres son juzgados y sometidos ante leyes absurdas, por tener creencias distintas, por decidir amar, AMAR a otra persona aunque sea de su mismo sexo, rebajando (quienes los juzgan) al amor, al sagrado AMOR al nivel de los sentimientos mas bajos y mezquinos.
Como dijera la popular MAFALDA "Detengan al mundo que me quiero bajar".
Me esfuerzo mucho por ver al creador en cada figura humana. Me esfuerzo por creer en la inherente bondad humana en cada acto de injusticia, salvajismo o barbarie.
Quiero ver a los hijos de Dios, en los tiranos, en los crueles, en los desalmados, en los asesinos, en los violadores...
Quiero creer en el mensaje de Cristo como un mensaje de esperanza y fe para afrontar el día a día, amando al prójimo como a mi mismo.
Y debo confesar que en días como hoy, se me dificulta.
No quiero caer en el mismo error de la negatividad y comenzar a maldecir o a negar el principio divino y la verdad espiritual en cada cosa que acontece a mi alrededor y que considero un error.
Y duele.
Y cuesta trabajo.
En días como hoy, me siento Mafalda, la niña perspicaz, inteligente e incomprendida, que en su afán de comprender al mundo, prefiere que lo detengan, desea bajarse,porque se siente extraña en este viaje.
Sé que no podré parar al mundo.
Sé que no podré bajarme.
Así que en esta noche, en que me siento desarmado, angustiado, preocupado e impotente, haré uso de la única arma que me queda. Del único instrumento que jamás nadie podrá arrebatarme aunque para intentar hacerlo tuvieran que matarme.
Me refiero a la bendición.
BENDIGO a los injustos, a los desalmados, a los asesinos, a los violadores, a los ladrones, a los abusivos, a los violentos, a los agresivos, a los temerosos y a los temerarios.
Reconozco en ellos a unos hijos de Dios.
Los bendigo pues a pesar de no comprenderlos, de que me hacen sentir un dolor y una angustia tremenda, me hacen recordar que mi amor y el amor de Dios es ilimitado. Porque lo que hacen, me hace recordar el bien y el amor como la única solución a los problemas. Porque al verlos, me doy cuenta de que yo no soy como ellos.
Y aunque ellos persistan en su tarea enfocados en el error, no podrán obtener el reino y ese es su eterno castigo. En sus actos llevan la penitencia.
Bendigo a mis detractores, a quienes me insultan y a quienes intentan ofenderme. Tengo la certeza de que en el amor de esta bendición va la cura y la contención al daño que intentan realizarme.
Mi amor es perfecto tal como lo es el amor de Dios.
A punto de concluir con la primer década de este siglo, deseo con toda mi alma y visualizo un mundo donde la bendición de los actos, cualesquiera que estos sean, purificara las almas y los corazones de los hombres y las mujeres, haciendo de este planeta y de este mundo, un mejor lugar para vivir.
Quizá parezca un loco, pero prefiero pensar positivo al no poder bajarme de este mundo.
Sé que para muchos lo que digo es inconcebible.
A los incrédulos, tambien les bendigo.
Bendigo a todos y les envío mi amor... simplemente, porque se me da la gana.
Asi es.

No hay comentarios: